certificado energético
Espacios interiores saludables II
Vanessa Abajas 2020-06-29
Seguimos el estudio de los factores ambientales que condicionan la calidad de los espacios interiores y la incidencia que dichos factores tienen en la salud de las personas.
En la primera entrada se trató el confort del usuario. En la actual entrada se repasarán los diferentes elementos constructivos y cómo éstos pueden influir en la calidad del ambiente y en la salud de los usuarios.
La principal patología de los edificios es el Síndrome del edificio enfermo (SEE). La Organización Mundial de la Salud lo ha definido como un conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire en estos espacios cerrados. Los principales agentes causantes son la mala ventilación, la descompensación de temperaturas, las partículas en suspensión, la mala iluminación, los gases y vapores de origen químico y los bioaerosoles.
Un Edificio Enfermo puede producir a sus usuarios migrañas, náuseas, mareos, resfriados, alergias, irritaciones en vías respiratorias, piel y ojos, etc.
Los factores que contribuyen al síndrome se relacionan con el diseño constructivo y con los materiales utilizados, por lo que un diseño arquitectónico correcto es fundamental.
Los materiales utilizados en paredes, suelos y techos, deberán ser transpirables. Lo más importante es evitar la aparición de condensaciones, ya que degradan los elementos constructivos y favorecen la aparición de hongos y bacterias.
Es importante que el edificio cuente con un forjado sanitario ventilado, que minimiza la incidencia de gas radón que se filtra desde el terreno. Se trata de un gas radioactivo que se filtra en los interiores a través de fisuras y grietas.
En general, un exceso de hermeticidad reduce la transpirabilidad del edificio, lo que puede provocar un incremento del grado de humedad. Para que esto no suceda, se deberá aumentar la ventilación de los espacios, utilizar aislamientos térmicos permeables y sistemas constructivos de fachadas ventiladas.
En las intervenciones en edificios existentes, cuando se coloca aislamiento térmico por el exterior (SATE), el revestimiento exterior de fachada deberá ser permeable.
Los materiales de revestimiento constituyen una protección frente a los agentes contaminantes. En cuanto a su composición, deben emitir la mínima cantidad de COVs y COPs, y no deben contener productos plásticos, con tal de que no se carguen eléctricamente. Frente a la humedad y su capacidad para transpirar, deben tener suficiente capacidad higroscópica. Y, por último, también deben permitir la acumulación de calor.
Los materiales que mejor funcionan como revestimiento interior la cal natural, el yeso y la arcilla. Si estos materiales se han producido con pocos aditivos químicos, se limita la emisión de COPs.
Es importante que haya poca cantidad de cola en la madera de pavimentos y mobiliario. En base a este criterio, las mejores opciones por orden son: tableros de listones, tableros contachapados, tableros OSB, tableros aglomerados, DM y tableros fenólicos.
Para las uniones entre piezas, son preferibles las de tipo geométrico (por ejemplo, encaje dentado) o la cola blanca. Hay que minimizar las colas con presencia de formaldehido u otros agentes químicos.
Los productos protectores de la madera (barnices y pinturas) no deben evitar la transpiración y deben emitir el mínimo de agentes químicos (COPs).
Al tratarse de un material orgánico, sus resinas pueden emitir COVs.
Para garantizar una gestión responsable de la madera, existen dos sellos que certifican su origen. El FSC (Consejo de administración forestal) garantiza al consumidor la conservación de los bosques y diferencia sus productos en el mercado frente a los que proceden de talas no sostenibles. El PEFC (Programa de reconocimiento de la Certificación Forestal) asegura que los bosques del mundo sean gestionados de manera responsable.
Se debe tener en cuenta que la materia prima con la que se fabrican las piezas sea 100% natural y con un mínimo de aditivos químicos.
Los materiales cerámicos y pétreos no suelen ser atacados por agentes biológicos.
En cuanto al material de la base y las juntas, conviene evitar morteros que contengan altos contenidos de resinas, colas y plastificantes. Es mejor utilizar morteros naturales (cal).
Estos materiales no son recomendables, ya que incrementan las cargas electroestáticas, la contaminación por COPs en el interior, y no son transpirables, lo que provoca que la humedad no pueda evaporarse.
Se trata de los acabados superficiales que tienen más impacto en la calidad del aire interior.
Se recomiendan las pinturas con las siguientes características:
El diseño y los materiales de las instalaciones también pueden influir directa o indirectamente en los contaminantes presentes en el ambiente interior.
Se tendrán que minimizar los campos electromagnéticos de alta frecuencia. En cuanto a la instalación interior, se han de priorizar las conexiones por cable y minimizar el uso de fuentes internas que generen campos, como microondas, teléfonos móviles, WiFi o Bluetooth.
Para las ondas electromagnéticas de alta frecuencia de origen externo al edificio, como antenas, se deben situar las estancias de uso prolongado lejos de la fuente emisora. Si es necesario, se pueden colocar pantallas para este tipo de radicaciones, tales como persianas y carpintería de aluminio, vidrios bajo emisivos y materiales con mayor densidad.
Se tendrán que minimizar los campos electromagnéticos de baja frecuencia.
Se tendrá que realizar una correcta ejecución de la puesta a tierra.
Para el diseño del cableado, se deberá distribuir en árbol, evitando que se aproximen corrientes eléctricas en sentidos opuestos, generando de esta manera campos electromagnéticos.
Es importante alejarse de las estaciones transformadoras y a las líneas de alta tensión.
En relación a la incidencia en la salud y el bienestar de los usuarios, la luminaria deberá tener una serie de características:
Se deben minimizar los contaminantes interiores. Para ello, se tendrán en cuenta los siguientes factores: